" El 16 de Noviembre es considerado el día del Criminólogo" en memoria al Dr. Alfonso Quiroz Cuarón que falleció ese día dando clases. En la Universidad Nacional Autónoma de México(UNAM).
sábado, 16 de noviembre de 2013
LA CRIMINOLOGIA EN MEXICO
EL DIA DEL CRIMINOLOGO EN MEXICO
" El 16 de Noviembre es considerado el día del Criminólogo" en memoria al Dr. Alfonso Quiroz Cuarón que falleció ese día dando clases. En la Universidad Nacional Autónoma de México(UNAM).
Padre de la criminología mexicana, Alfonso Quiroz Cuarón comenzó su carrera como investigador forense en el México de 1929, logrando el título de criminólogo -el primero de su país- en 1939.
" El 16 de Noviembre es considerado el día del Criminólogo" en memoria al Dr. Alfonso Quiroz Cuarón que falleció ese día dando clases. En la Universidad Nacional Autónoma de México(UNAM).
Padre de la criminología mexicana, Alfonso Quiroz Cuarón comenzó su carrera como investigador forense en el México de 1929, logrando el título de criminólogo -el primero de su país- en 1939.
Ya con el título universitario, Alfonso recibió en su casa de la Colonia Roma la visita de don Raúl Carrancá y Trujillo, connotado maestro de la Facultad de Derecho y juez penal en Coyoacán. La madrugada de ese día León Trotsky, el ex líder revolucionario ruso, había sufrido un atentado; y si se confirmaba su muerte, aquello podría convertirse en un conflicto internacional. El doctor Carrancá acudía al criminólogo para encargarle una labor muy delicada: un estudio de la personalidad de Jacques Mornard, el asesino. El estudio, realizado en colaboración con el doctor José Gómez Robleda, es uno de los más completos que se han hecho a criminal alguno. Sin embargo, aunque el diagnóstico final declaraba que aquel hombre era un mitómano, y que no padecía ninguna enfermedad mental -lo que permitió encarcelarlo-, Alfonso no quedó satisfecho. Habia demasiadas interrogantes alrededor de Mornard como para considerar cerrado el casó.
A partir de que la revista Time lo llamó “El Sherlock Holmes mexicano“, casi todos cometieron la imprudencia de llamarlo así al menos una vez. Cuando eso sucedía, él insistía molesto en que Holmes no sabía nada de criminología, y que si había alguien a quien deberían comparar con Sherlock era al detective de Tultenco, Valente Quintana, célebre por su habilidad con los disfraces. Pero sería equivocado pensar que el doctor denostaba a Sherlock. José Ramón Garmabella cuenta que el criminólogo era un gran aficionado a la literatura policiaca y al cine negro. Su actor favorito, dice, era James Cagney; en literatura, su favorito era el residente de Baker Street. Incluso, en una especie de homenaje privado, incluso tenía en su despacho una gorra de “sabueso”, de las que se usaban para caracterizar a los detectives de la época victoriana. Garmabella cuenta que le gustaba provocar a Quiroz cuando hablaban de literatura policiaca, le decía que su personaje favorito era el Inspector Maigret, a lo que él siempre contestaba: “no, nunca hubo otro detective como Holmes”.
Gregorio Cárdenas conmocionó a la sociedad mexicana. Investigado por la desaparición de su novia, Cárdenas confesó no sólo haberla asesinado, sino también a tres mujeres más cuyos cuerpos se encontraban enterrados en el jardín. El caso no podía parecer más simple, al contar con un asesino confeso, pero a las pocas horas comenzó a negarlo y a quejarse de fuertes dolores de cabeza. Era un enfermo mental sin responsabilidad sobre sus actos, argumentaba su abogado. Quiroz, nombrado perito de juez, sugirió inyectar una droga entonces de escaso uso: pentotal sódico, suero de la verdad. Tras la inyección, se le mostró a Gregorio la pala con que había cavado en el jardín las fosas de sus víctimas, y la cuerda que había utilizado para arrancarles la vida. Cárdenas, que insistía en no recordar nada, rompió en llanto y pidió que dejaran de atormentarlo: “¿No ven que con eso estrangulé a las criaturas?”
En 1942, el caso deEl célebre falsificador francés Alfredo Héctor Donadieu llegó a México en 1934. Tras de sí dejaba un estela de hazañas que partían de Marsella y llegaban a Venezuela, donde conseguiría el pasaporte italiano que lo convertiría en Enrico Sampietro. Huyendo de la policía, Sampietro llega aTampico para continuar desde ahí la producción de billetes que lo hiciera famoso. Traicionado por uno de sus cómplices cubanos, Sampietro es capturado y encarcelado en Lecumberri en 1936, sólo para fugarse un año más tarde con la complicidad de un grupo cristero. Para 1941 los incidentes relacionados con dinero falsificado habían crecido de una forma nunca antes vista y que requirió la intervención del Banco de México, cuyo director nombró a Quiroz jefe del Departamento de Investigaciones Especiales. Durante los siguientes siete años, dirigió las investigaciones que llevaron a la captura de varios falsificadores y traficantes, entre ellos Luis Eduardo Shelly, un venezolano conocido como “el falsificador de la mafia” por su relación con Alphonso Capone y Lucky Luciano, a quienes había conocido durante su estancia en la prisión de Alcatraz. Pero su principal presa, Enrico Sampietro, seguía libre.
“Le voy a contar sobre el caso que no pudo resolver porque se murió -me dice José Ramón Garmabella, su biógrafo-. De hecho, yo diría que ese caso le costó la vida. En octubre de 1978, Gilberto Flores Muñoz, ex secretario de Agricultura durante el gobierno de Adolfo Ruiz Cortines, y su esposa la escritora Asunción Izquierdo, fueron encontrados muertos a machetazos dentro de su propia casa. El sospechoso principal era el nieto, Gilberto Flores Alavez. Quiroz fue nombrado perito de juez. En cuanto me enteré fui a pedirle su opinión. ‘No te puedo decir nada porque sería poco ético -contestó-, pero te prometo que tú serás el primero a quien le de una entrevista en cuanto haya algo que decir’. Como a los 15 días me invitó a comer, y justo cuando disfrutábamos del aperitivo, se presentó el doctor Gilberto Flores Izquierdo, padre del acusado, junto con su abogado Adolfo Aguilar y Quevedo. Habían ido a proponerle que revocara el nombramiento de perito de juez y se convirtiera en perito defensor. Él se negó. Sin embargo les puedo recomendar a un especialista para que se haga cargo, les dijo. Perdón doctor, le atajó Aguilar y Quevedo, yo creo que usted no ha entendido: Le venimos a ofrecer la cantidad que usted quiera para que acepte hacerse cargo del peritaje de la defensa. Se puso pálido y temblando, los sacó de allí -relata Garmabella-, nunca lo vi tan indignado. Yo creo que ahí se empezó a morir”.
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